sábado, diciembre 31, 2005

Años viejos, año nuevo

Cuando el 2004 se presentó por última vez con sus ropas raídas apenas disimuladas con unos remiendos mal cosidos, yo ya sabía que, como dice el Indio Solari, el futuro había llegado hacía rato.

No obstante eso y sin mayores esperanzas que las que uno se esfuerza por tener, me comí de un golpe las doce pasas de uva según la costumbre y apreté fuertemente la copa deseando que con ese brindis todo comenzara a cambiar. No fue así, la vida empezó a teñirse de un gris cada vez más desagradable, el hastío se transformó en frustración, la inacción en impotencia y los días en tristeza. Cuando algún día el 2005 vuelva a mi memoria, habrá quedado retratado como un año triste para una persona que no acostumbra serlo.

Esa sensación de angustia provocada por sueños deshechos como la miga de un pan viejo provocó que buscara refugio en los afectos, que me nutriera de los de ayer como hacía mucho que no hacía, que afianzara los de siempre viviéndolos en cada centímetro a redescubrir y que me sorprendiera y maravillara con tantos nuevos y buenos. Entonces creo que cuando el 2005 vuelva a mi memoria lo recordaré como el año en que los afectos alcanzaron su punto más alto, en cantidad y en calidad, que se amontonaron como si fueran granos de café bien apretados en su saco.

Cuando el aguantar ya no era una alternativa válida, cuando esperar significaba obtener un mañana igual de sombrío, las agonías llegaron a su fin y entonces empecé a ver todo de una forma diferente, el futuro comenzó a resultar más atractivo y nuevos sueños podían ser construidos con el mismo ímpetu de unos años atrás. Entonces, recordaré éste año como aquel que significó un relanzamiento, un final y un principio, y un pelear otra vez.

Esta noche, cuando despida a este año que ha significado tantas cosas diferentes, volveré a comerme las doce pasas de uvas de un golpe, pero ésta vez lo haré con la absoluta confianza de que el 2006 ya no me tendrá ocupando un lugar en el banco de suplentes, volveré a jugar en la primera de mi historia.

Y brindaré con ganas, por todo eso y por Ustedes, que tan importantes han resultado.

Que el año que comienza los haga muy felices.

martes, diciembre 27, 2005

Sherita

La verdad es que las palabras bonitas y los cariños de ensueño se hacen más fáciles en éste mundo de chips, es más, yo creo que involuntariamente se potencian de una manera tan profunda, que son muy pocos los casos de la vida real que pueden provocar la necesidad de presencia permanente que aquí surge. No está mal, ni creo que haya falsedad en las expresiones, pero me provoca asombro aún cuando yo mismo sea partícipe de todo eso y quizás sea porque la computadora y sus redes me agarraron cuando ya estaba contando los pelos que se van dejando huecos.

Lo cierto es que de las decenas de personas a las que uno se acostumbra querer a diario sólo unas pocas tienen la mano tan larga como para salir de la pantalla y de ellas, muchas menos generan encuentros repetidos o permanentes.

Cuando el año pasado dije que nada la define mejor que sus propias estrellas, yo ya tenía un cariño muy profundo por Shered, pero lo cierto es que todavía me costaba imaginarla rubia, tal cual ella es, siendo que yo me la había figurado morocha desde los primeros encuentros en el vecindario Bertotti. Hasta ahí, la vida extra blogs, apenas podía contar un llamado telefónico y varios mails.

Durante éste año, los vientos de las pampas (y la vejez, desde hoy más profunda aún) la trajeron dos veces hasta Buenos Aires y en ambas me llevé la porción más grande de sus viajes, hemos compartido el tiempo juntos con una alegría que se derramaba como la espuma de la cerveza (que tampoco faltó) y siempre me quedé con ganas de estar un rato más. La ansiedad por lo desconocido se diluyó al mismo tiempo que el cariño se afianzaba y es una hermana que se suma a las tres que tengo y que siempre está, cuando necesito que esté.

La quiero mucho, eso es obvio, y será porque tenemos tantas coincidencias para compartir, como diferentes vivencias para contarnos, pero por sobre todas las cosas porque cuando se convirtió en una persona de carne y hueso, resultó tan imperfectamente humana como yo había aprendido a quererla.

Feliz Cumple Sheri

sábado, diciembre 24, 2005

Creencias

Hay cosas en las que vale la pena creer, ya sea por el contenido de la historia, por la magia con que los personajes se han desenvuelto, por la bravura o la entereza del protagonista o sencillamente por la admiración que el cuento supone.

Yo siempre he dicho que a mí me gustaría creer en la reencarnación, tengo un apego tan grande a la vida y al mismo tiempo siento que son tantas las cosas que me voy perdiendo por ser tan limitado como un ser humano, que realmente me gustaría tener unas cuantas oportunidades más para volver a empezar ésta historia que llevo, u otra; pero no, por más que lo deseo, las creencias suelen mamarse de chico y es posible perderlas pero muy difícilmente se cambien por nuevas.

Ésta noche se celebra el nacimiento de un tipo que, según cuenta la historia, la leyenda o el cuento, se la jugó hasta la última gota de sangre por la gente, sin importarle si esa gente era de la mejor o de la peor calaña. No es que sea difícil de creer que haya sido hijo de Dios o que sea hijo de una Virgen (como decía Duda), directamente resulta inexplicable que en éste mundo siempre decadente haya habido alguien tan admirable, con tanta buena leche, alguien al que se le ocurrió ofrecerse a sí mismo como prueba de lo que realizó y dijo durante treinta y tres años.

Paralelamente, también ésta misma noche, se celebra la llegada de otro personaje fantástico al que los usos y costumbres venidos del norte lo han pintado como un gordo bonachón de larga barba blanca que viaja en un trineo volador y cuyo abrigado tapado rojo le debe provocar más de una calentura cuando anda por éstas latitudes. Éste anciano tiene como tarea repartir juguetes a todos los chicos y a los que nos sentimos como ellos, y provocar, de esa forma, una catarata de sonrisas tan grande que el mundo pudiera detenerse en ese instante y considerarse feliz.

Yo creo en ambos, pero eso no es más que un detalle, porque a la hora de desearle felicidades a la gente amiga cualquier motivo es bueno.

Tengan todos Uds. una Feliz Navidad, como sea que vayan a vivirla y cualquiera sea el motivo del festejo.

lunes, diciembre 19, 2005

Matemáticas

Cuando llegó al aula de clases, el primer día de su segundo grado, apenas si podía moverse; el guardapolvo recién estrenado estaba durito como si fuese de cartón con ese olor a plástico recién salido del rollo que valía la pena disfrutar y era tan blanco que daban ganas de volar por el aire para no mancharlo. Esa mañana, el papá lo había llamado antes de salir de casa y le puso de la gomina de grandes que él usaba, los rulos estirados hacia atrás brillaban y en su cabeza no cabía ni un suspiro.

Entró en el aula de su clase con el silencio de los nuevos y se acomodó en un rincón al lado de la pared; el pupitre tenía el olor fuerte del barnizado de verano que no había podido tapar muy bien el dibujo que algún otro chico había hecho el año anterior.

Mientras miraba todo con ojos grandes de sorpresa entro la maestra nueva con una sonrisa de mamá de esas que tientan a hamacarse en ellas y saludó fuerte pero sin gritar con un “hola chicos”.

Era más linda que la del año pasado y hasta parecía más buena cuando, con su voz suave, le preguntó a cada uno el nombre mientras caminaba entre los bancos; después empezó a contar lo que aprenderían ese año.

A él hubo algo que lo sorprendió, la seño dijo que les iba a enseñar matemáticas con colores y le parecía tan raro que no se imaginaba cómo podía ser, entonces miró al pizarrón y sonrió, con cachetes apretados, porque entendió de qué hablaba.
2 x 1 = 2
0 x 1 = 0
En todo el tiempo que duró la clase no dejó de tararear en voz muy baja la canción que su papi le había enseñado... "es para vos riverplei, te lo dedica Papá, Boca es el Campeón, la vuelta va a dar".

viernes, diciembre 16, 2005

Besos y... algo más

No importa que el tiempo y su modernidad le hayan puesto delante una computadora, un montón de teclas y un cable que la lleva tan lejos como pueda soñar; en mi imaginación, ella sigue sentada en una mesa de madera gastada, a la media tarde de un bar viejo y solitario con un café enfriándose mientras empieza a mancharse los dedos con la tinta de su lapicera.

Un cuaderno en blanco, el reverso de una hoja usada y hasta una servilleta le sirven para comenzar a garabatear esos sentimientos con forma de historia, las broncas a viva voz o las tristezas susurradas; y mientras un mozo con un delantal que alguna vez fue blanco le trae un nuevo café, ella sonríe porque la vida la tratará como quiera, pero sigue de pie.

La tarde empieza a irse llevándose el día a la rastra y con él las luces; a veces pareciera que tiene gusto a final, que los amaneceres son un cuento leído en algún lugar de relatos fantásticos, pero entonces llega el Negro, se acomoda junto a ella y empiezan una de esas conversaciones que se van a hacer largas y apasionadas y ni siquiera importa de qué van a estar hablando porque lo que realmente es relevante es que allí están, juntos, compartiéndose.

Cuando el reloj se cansa de golpear las agujas para avisar que ya es tarde, ellos salen caminando de la mano y se miran y sonríen porque la oscuridad de la noche ya no los asusta. Hay historias que empiezan en el atardecer y están tan llenas que da la impresión de que siempre existieron.

El día que la conocí le dije que si alguna vez escribía algo sobre ese encuentro diría que ella es una mujer a la que dan ganas de regalarle flores. Feliz cumple DudaDesnuda, querida Duda.

miércoles, diciembre 07, 2005

Nuevos, buenos vientos

El despertador sonó tan temprano que las lagañas estaban enroscadas entre mis ojos como si fuesen decoraciones góticas; me levanté de la cama con paso de borrachera y, a tientas, llegué al baño y abrí la ducha.

Mientras el agua caía encima mío, obrando el milagro de despertarme, empecé a canturrear una de las pegadizas canciones de Floricienta en voz baja, para no despertar a mi mujer y el canto sólo era interrumpido cuando le ofrecía mi boca al agua para llenarme de día.

“...que la vida pasa, cerca de tu casa, no te pierdas nada por no irla a buscar...”

Me sequé a medias, como siempre hago, me afeité con la cara todavía suavecita por el vapor caliente y salí del baño. Abrí el placard y lo revolví bastante antes de encontrar la camisa apropiada, elegí una corbata que no fuera ni demasiado estridente, ni excesivamente sobria y me ahorqué con ella; quité el protector plástico que le habían puesto al traje en la tintorería y me lo puse con mucho cuidado de que no se arrugue; después busqué la ropa del día anterior que estaba hecha un bollo al lado de la cama y empecé a hacer el traspaso de billetera, llaves, plata, encendedor y puchos y pasé por el baño para perfumarme y alimentar un poco el ego. Estaba fachero.

Antes de arrancar el auto había repartido los tres besos silenciosos en casa y mientras manejaba hacia mi nuevo empleo pensaba que nada es casual, que el cariño y el aliento de tanta gente no sólo reconforta sino que además es capaz de producir cosas buenas.

Y empecé a recordar...

· claro que todo pasara y vendrán buenos aires para vos – Sol
· Estamos de este lado, pa lo que se precise – Orugo
· Lirvita está siempre que se necesite – Lirva
· nosotros estamos de este lado para lo que necesites, cuando necesites, como necesites – Mafi
· Te mando un abrazo de oso así grandote, que no resuelve pero ayuda – Cris
· mandame mail y conversamos un rato – Gayabuc
· A no caer, Faivel. A mandar al carajo lo que te lastima – Duda
· en una de esas te puedo dar una mano – Ginger
· para lo que necesités... ya sabés – Cruella
· te recuerdo el acostumbrado palabrerío de puertas y ventanas que se abren y cierran – Pato
· acá estamos y si es necesario nos acercamos – Shered
· Las dificultades también pasan, como todo pasa, sin dificultad – Duda
· Estoy. Avise no más. Un abrazo – Jack
· tengo la certeza que Dios (cualquier dios porque alguno debe haber) siente particular simpatía por los puros y Ud. es uno de ese club – Fabio
· estamos acá con el pensamiento y la buena energía para que te llegue como onda expansiva – Tyria
· sabes que llevan a la libertad y a un estar mejor – Corsi
· Toy acá, rata – Lununa
· vas a ver que todo va a salir bien – Tanya
· La vida continua...ánimos!!! – Arkadiaz
· Fuerza Faivel !. – Carucha
· Espero que pronto y repuesto, puedas estar con nosotros – Paloma
· Siempre a tu lado para lo que necesites, aunque sea en la distancia – Limburgo
· Todo pasa si se lo atraviesa, dicen – Viguita
· acá hay mucho cariño para vos – Sol
· Amigo, estamos al habla. Forza – Toro
· acá estoy !!! – Ylek
· Sabes que te quiero mucho – Barbarita
· es mejor pensar que este puede ser el comienzo de algo mejor – José Joaquín
· miles de besos gordos, de esos que curan todo – Joha
· al fin y al cabo, todo pasa, agonías incluidas – Fle
· Fuerza canejo!!!! – Interior
· no dejes que nada te apague, aunque sean momentos difíciles dicen que a veces uno camina por las calles empedradas para llegar a un pradera de hierba fresca – MaryCarmen
· Te dejo un fuerte abrazo – El Negro



Y tanto más que llegó por mail...

Entonces sonreí, mucho más que por la satisfacción de ver cómo la vida comienza a acomodarse, por el cariño, tan valioso como un chupetín grandote de esos que no se terminan jamás. Gracias gente, buena gente.

lunes, diciembre 05, 2005

El Ingeniero III

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La excelencia en el desempeño académico de Lisandro y los honores recibidos con su título, permitían avizorar un futuro plagado de éxitos, siempre que el nuevo ingeniero decidiese cruzar definitivamente fronteras llenas de océanos; seguir el camino del Inglés hacia las grandes compañías ubicadas en las megaurbes era otra alternativa igual de seductora; pero Lisandro había prohijado muy dentro suyo un amor por la tierra y la gente que lo había cobijado y deseaba devolver a su pueblo, lo que su pueblo había invertido en él. Era un idealista, con la pureza de su edad.

Aquí las ofertas eran tan escasas como magros los sueldos, los terratenientes eran gordos llenos de telarañas que vivían en la ciudad y sacaban de la tierra lo que ella les daba sin grandes inversiones ni trabajos de investigación. Había dos puertas que apenas si se entreabrían, pero para los sueños jóvenes de Lisandro eran, en ese momento, un abrazo. La empresa estatal de investigaciones lo entusiasmaba, iba a entrar como contratado, pero esperaba que el tiempo resolviera esto tan rápido como fuese posible. Al mismo tiempo, sin que las monedas fueran suficientes como para hacer ruido alguno, la Universidad le daba un par de ayundantías de cátedra, con la promesa de la pronta titularidad.

Los tiempos que siguieron no fueron buenos y no hubiesen sido fáciles de superar si María, con sus ojos tan pequeñitos como su cuerpo, no hubiera aparecido en su vida. Las ilusiones de Lisandro se iban cayendo como los pelos de su cabeza y por los mismos motivos, el estrés, el mal trato, las injusticias. La Universidad finalmente le había dado la titularidad ansiada pero a veces sentía que trataba de tomar el viento con las manos. En la empresa de investigaciones, Lisandro seguía como contratado con su mala paga mientras veía cómo pasaban a la planta efectiva los familiares y los amigos del Director.

El Director había sido nombrado políticamente y no tenía idea de cómo conducir éste lugar plagado de personas con título universitario cuando él tan sólo había invertido unos pesos para comprar el suyo. Pero tampoco le preocupaba demasiado, el sobre de su sueldo, gordo como un cerdo, estaba invariablemente a fines de cada mes y era lo suficientemente generoso como para enviar el retorno acordado a su superior.

El sol de media mañana comenzaba a hacer sentir su fortaleza cuando el grupo de investigadores se internaba en la selva. Lisandro sabía que estaban corriendo riesgos, que era una mezcla de inconsciencia y temeridad avanzar sobre éste agreste paisaje sin los instrumentos adecuados, pero de a poco se había ido acostumbrando al juego del gallito ciego que le proponían; cuando un mes atrás la única brújula disponible se rompió, escucharon del Director, la misma frase de siempre “estamos achicando el presupuesto porque las partidas no alcanzan y no queremos despedir a nadie”; esa mañana, antes de salir de su casa, al ingeniero se le escapó una sonrisa lastimosa mientras sacaba de la mochila de su hijo un lápiz cuya punta estaba protegida por un juguetito que apuntaba al norte y la volvió a guardar entre los útiles del chico antes de darle un beso en puntas de pie para no despertarlo.