Años viejos, año nuevo
Cuando el 2004 se presentó por última vez con sus ropas raídas apenas disimuladas con unos remiendos mal cosidos, yo ya sabía que, como dice el Indio Solari, el futuro había llegado hacía rato.
No obstante eso y sin mayores esperanzas que las que uno se esfuerza por tener, me comí de un golpe las doce pasas de uva según la costumbre y apreté fuertemente la copa deseando que con ese brindis todo comenzara a cambiar. No fue así, la vida empezó a teñirse de un gris cada vez más desagradable, el hastío se transformó en frustración, la inacción en impotencia y los días en tristeza. Cuando algún día el 2005 vuelva a mi memoria, habrá quedado retratado como un año triste para una persona que no acostumbra serlo.
Esa sensación de angustia provocada por sueños deshechos como la miga de un pan viejo provocó que buscara refugio en los afectos, que me nutriera de los de ayer como hacía mucho que no hacía, que afianzara los de siempre viviéndolos en cada centímetro a redescubrir y que me sorprendiera y maravillara con tantos nuevos y buenos. Entonces creo que cuando el 2005 vuelva a mi memoria lo recordaré como el año en que los afectos alcanzaron su punto más alto, en cantidad y en calidad, que se amontonaron como si fueran granos de café bien apretados en su saco.
Cuando el aguantar ya no era una alternativa válida, cuando esperar significaba obtener un mañana igual de sombrío, las agonías llegaron a su fin y entonces empecé a ver todo de una forma diferente, el futuro comenzó a resultar más atractivo y nuevos sueños podían ser construidos con el mismo ímpetu de unos años atrás. Entonces, recordaré éste año como aquel que significó un relanzamiento, un final y un principio, y un pelear otra vez.
Esta noche, cuando despida a este año que ha significado tantas cosas diferentes, volveré a comerme las doce pasas de uvas de un golpe, pero ésta vez lo haré con la absoluta confianza de que el 2006 ya no me tendrá ocupando un lugar en el banco de suplentes, volveré a jugar en la primera de mi historia.
Y brindaré con ganas, por todo eso y por Ustedes, que tan importantes han resultado.
Que el año que comienza los haga muy felices.
No obstante eso y sin mayores esperanzas que las que uno se esfuerza por tener, me comí de un golpe las doce pasas de uva según la costumbre y apreté fuertemente la copa deseando que con ese brindis todo comenzara a cambiar. No fue así, la vida empezó a teñirse de un gris cada vez más desagradable, el hastío se transformó en frustración, la inacción en impotencia y los días en tristeza. Cuando algún día el 2005 vuelva a mi memoria, habrá quedado retratado como un año triste para una persona que no acostumbra serlo.
Esa sensación de angustia provocada por sueños deshechos como la miga de un pan viejo provocó que buscara refugio en los afectos, que me nutriera de los de ayer como hacía mucho que no hacía, que afianzara los de siempre viviéndolos en cada centímetro a redescubrir y que me sorprendiera y maravillara con tantos nuevos y buenos. Entonces creo que cuando el 2005 vuelva a mi memoria lo recordaré como el año en que los afectos alcanzaron su punto más alto, en cantidad y en calidad, que se amontonaron como si fueran granos de café bien apretados en su saco.
Cuando el aguantar ya no era una alternativa válida, cuando esperar significaba obtener un mañana igual de sombrío, las agonías llegaron a su fin y entonces empecé a ver todo de una forma diferente, el futuro comenzó a resultar más atractivo y nuevos sueños podían ser construidos con el mismo ímpetu de unos años atrás. Entonces, recordaré éste año como aquel que significó un relanzamiento, un final y un principio, y un pelear otra vez.
Esta noche, cuando despida a este año que ha significado tantas cosas diferentes, volveré a comerme las doce pasas de uvas de un golpe, pero ésta vez lo haré con la absoluta confianza de que el 2006 ya no me tendrá ocupando un lugar en el banco de suplentes, volveré a jugar en la primera de mi historia.
Y brindaré con ganas, por todo eso y por Ustedes, que tan importantes han resultado.
Que el año que comienza los haga muy felices.
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