viernes, octubre 24, 2008

Reencuentros

El hallazgo no se mostró, en sus primeras ropas, tal como lo veo ahora y no es porque no fuera siempre así, sino porque cuando la primera piedra empieza a rodar, son pocos los que saben ver el alud al final de la ladera y, claramente, no soy yo uno de esos.

Supongo que en aquellos tiempos, mientras la sociedad comenzaba a inundarse de la frivolidad de los ’90, pasaban en mi vida muchas más cosas de las que guardo en la memoria; pero tan solo consigo recrearlas apenas como un conjunto de slices dispersos y algo borrosos que van apareciendo despacio, mientras la pared que tengo delante de mí se va trasparentando como si quisiera acercarme a los recuerdos perdidos.

En esas diapositivas, descubro a un pibito de veinte años en su tercer intento de estudiar una carrera universitaria (mucho más adelante en el tiempo, los intentos fallidos tendrían el color del fracaso, pero en esa época, eran, apenas una anécdota graciosa), había, junto a mí, un grupo de gente, un lugar de pertenencia (un sitio tan intangible como común a todos), un bar con cáscaras de maní en el suelo, juegos de puntos y cruces, generalas que hacían honor a su rango, y un estar juntos que significaba estar bien. Mientras imagino esos retazos de película censurada, me invade la sensación de que en tantos de esos flashes fui feliz, inconsciente e irresponsablemente feliz.

Quiero detener por unos segundos el relato aquí como para que ese feliz suene con eco, porque lo merece; tengo la fortuna de que encuentro muchos momentos en mi vida en que puedo usar esa palabra, hoy mismo, si se quiere, y sin embargo no creo haberlo disfrutado tanto mientras sucedía, en fin...

Todo aquello se interrumpió sin que hubiese un momento, ni una razón; nos atravesó el tiempo y construyó surcos en el que cada cual enredó o desenredó su propio cuento.

Hubo con quienes mantuve esporádicos contactos, pero terminaron tropezándose con olvidos circunstanciales que acabaron por hacerlos desvanecer hasta que ya no hubo más.

Y llegó Facebook que, como dice Caro, intenta unir lo que llevó mucho tiempo desprender, y allí estaba ese pasado que me guiñaba un ojo con aires de modernidad mientras me revelaba a dos de esas viejas amigas a las que pude haber olvidado pero que jamás dejé de querer.

Me gustaría saber qué pasó con ellas, qué fue y qué es de sus vidas y me tomaré mucho tiempo para escucharlas. Pero antes, quisiera que ellas me cuenten quién era yo, quién era aquel sobre el que pocos recuerdos me quedan que usaba esta misma piel y comparte recuerdos difusos con el que soy ahora.

Porque como le dije a una de ellas por Messenger, nosotros, al revés de los dibujos, comenzamos hechos con trazo fino y poco a poco nos vamos convirtiendo en bocetos hechos a mano alzada.