martes, junio 28, 2005

Con eñe de meñique

Uno, dos, tres, cuatro... uno, dos, tres, cuatro...

No hay caso, esta mañana me pasó algo extrañísimo, así, con esos ísimos largos que suenan a mucho. Cuando mamá me vino a despertar para ir a la escuela y yo me levanté entre ronroneos de gato, me di cuenta que en alguno de los sueños de la noche (seguro ha sido en el del cocodrilo) perdí los dedos meñiques!!!.. sí, los meñiques, esos mismos que levantan las señoras finas para tomar el té.

Los busqué por toda la cama y...nada, los busqué por toda la habitación y...nada, los busqué en el baño (capaz ellos tienen sus necesidades, también)... y nada. No estaban!! Pero no estaban con "b" larga, y eso quiere decir que se fueron en serio!!!.

¿Uds se dan cuenta de lo que eso significa? No podré escribir más las eñes, ni las aes... Cuando me quiera poner un moño en la cabeza, me aparecerá un mono y en vez de Papá, tendré que decir Pepe o pipí!!! O, peorrr (tan peor que me da cosita decirlo) tendré que decirle a mi Papi, popó!!!!. Con Mamá me pasa lo mismo, no está tan mal decirle Meme o Mimí que suenan a sobrenombre de señora inglesa o de gatita, pero y si le digo Mumú y se ofende porque piensa que le estoy diciendo vaca??.

Menos mal que todo se solucionó al ratito, porque cuando me estaba lavando la cara y mami me gritaba que me apure que llegábamos tarde, escuché una voz finita que decía: ¡piedra libre para todos mis compa!. Resulta que los dedos se habían puesto a jugar a la escondida. Yo los reté un poquito, pero más que por el susto que me llevé, fue porque no me habían invitado y ellos me prometieron que esta noche, cuando todos se duerman, íbamos a jugar juntos.

jueves, junio 23, 2005

La Plaza

Frente al colegio de las nenas hay una plaza. ¡Qué buena idea!, cualquiera de las dos que haya sido, construir la escuela enfrente de la plaza o hacer una plaza para atrapar la salida de los chicos. Mientras pensaba esto, apuré el paso porque estábamos llegando tarde; después, cuando ya había dejado a cada una con su seño, volví, caminando más lentamente, y tuve tiempo de mirarla, parecía acunar una melancólica tristeza con sus hamacas tan quietas, vacías, sin gritos alrededor de ellas, ni la mirada expectante de un nene esperando su turno.

Supongo que el tiempo hace que la ansiedad se transforme en una resignada espera y todos los juegos se acostumbran a transitar su soledad matinal diaria hasta que el timbre de salida, como si fuera un despertador, los saque de su modorra. Entonces sí, se llenan de Migajas, tan pequeñas como valiosas, que les permitirán soportar una nueva quietud al día siguiente.

lunes, junio 20, 2005

Caracoles y corazoncitos

Hay cosas que uno tiene la impresión de que siempre las supo o las conoció, a pesar de que pareciera que las descubre por primera vez.

El mar, sin ir más lejos, ha acariciado nuestros pies desde que éramos chicos, con él hemos jugado, nos tropezamos y levantamos para volver a enfrentarlo y más adelante en el tiempo ha acunado amaneceres (o atardeceres, según la posición del mundo que ocupes), se ha hecho cómplice para seducir a una mujer, ha acompañado un amor, o potenciado una tristeza en alguna visita solitaria con la cara mojada de otras aguas saladas.

Y sin embargo, porque de “sin embargos” se trata, cuando tomamos un caracol y apoyamos la oreja en él, escuchamos el sonido de siempre y la vieja música compañera que hasta aquí había pasado desapercibida nos encanta como si fuéramos serpientes bajo el influjo de una flauta oriental.

Con algunas personas me pasa lo mismo, semioculto en mi silencio, las he percibido agradables, las he observado una innumerable cantidad de veces sin compartir más que un espacio físico (o virtual) y he estado con ellas aunque no estuviéramos juntos.

Cuando ese silencio se rompe como algo natural, a veces más temprano, a veces más tarde, uno tiene la oportunidad de ver si aquellas percepciones tan generosas estaban cercanas a la realidad o no.

A medida que uno las va redescubriendo, el viejo sonido de mar, dice lo mismo de siempre, pero se escucha diferente, como si fuera la primera vez.

Algo así me ha pasado con Carito, la señora de los corazoncitos, la dueña de un decir dulce que se siente nuevo, aunque siempre lo había sospechado.

Por cierto, desearle un Feliz Cumpleaños, resulta una agradable obviedad.

domingo, junio 19, 2005

Día del Padre - Menú a la Carte

Hoy se celebra el día del padre por aquí y debería hablar de mi viejo, que, de algún modo sería hablar de mí (lo que se hereda no se roba, dicen).

Pero tenía ganas de algo diferente, proponerles un juego o mostrarles algunas de las fascetas cotidianas en mi rol de papá.

Entonces se me ocurrió, hacer de cuenta que Uds. son mis hijos y dedicarme a mimarlos un poco, leyéndoles un cuento o cantándoles una canción.

En el navegadorcito de la derecha, encontrarán un cuento de María Elena Walsh llamado "Historia de una Princesa, su papá y el Príncipe Kinoto Fukasuka", la canción "Susanita tiene un ratón" y "Señora LLuvia" (con mi voz resfriada mezclada con la de Adriana, la cantante de Amapola).

Decirles que lo disfruten o que no lo sufran es más o menos lo mismo, así que Feliz Día del Padre.

Nota: Para quienes no pueden escucharlo on line con el navegador y lo quieren descargar para otro momento, los links son Señora Lluvia, Susanita y Cuento Japonés.

miércoles, junio 15, 2005

Sueños

Cuando yo tenía 12 años, y arrancaba el colegio secundario, mi vieja, sabiendo que iba a ser un hueso duro de roer, ofreció como premio a no llevarme materias un par de pasajes para ver el mundial de fútbol que se llevaría a cabo en España al año siguiente.

No hubo caso, Biología, Formación Cívica e Historia se empeñaron en hacerme ir al colegio en el mes de diciembre para encabezar una lista (en la que Historia sería figurita repetida) que a la postre de mi secundario alcanzaría la bonita suma de 21 asignaturas rendidas fuera del calendario escolar normal.

El año siguiente no me perdí ningún partido del mundial, claro que, mirado por televisión. Yo no sé si aquel premio se iba a poder cumplir porque la tablita de Martinez de Hoz se había partido en mil pedazos, pero eso sería una evaluación de años posteriores ya que, en ese momento era lo suficientemente ignorante a todo lo que se relacionara con tipo de cambio. Nunca lo viví como un fracaso, sencillamente porque jamás tomé esa promesa como desafío.

No es que no hubiera podido hacerlo, de hecho, a pesar de ir a un colegio con una exigencia relativamente elevada y con la cantidad de materias que me he "llevado" no necesité demasiado esfuerzo para rendirlas sin que ninguna de ellas quedara previa. El asunto es que rara vez me he movido por la zanahoria que otros me mostraban, fui desarrollando mis propios desafíos y, en general, cumpliéndolos.

Claro que tener ilusiones o proyectos da lugar a que el fracaso, enrollado como una serpiente en algún rincón oscuro, pueda aparecer...

Cuando descubrí los pedazos de un sueño en el piso, destrozados de forma tal que sería imposible recomponerlos, no lamenté tanto el hecho de que estuvieran definitivamente rotos ni el esfuerzo que había puesto para que ellos se cumplan (y tan cerca estuvieron...) como el tiempo que perdí desde que se esfumaron hasta que yo me di cuenta. Durante ese lapso me balanceaba entre esperar que los vientos cambien (cuando adentro de una botella era imposible esperarlos) y azuzar a los ratones para que sigan tirando de una calabaza que cargaba con mi sobrepeso (como decía en otro post).

Hoy sé que la campanada número doce dejó un vacío de silencio en que la ilusión se perdió y también sé que por mas que de vez en cuando un efecto óptico me diga lo contrario la calabaza no dejará de ser jamás lo que ahora es.

Tendré que bajarme, como decía, y seguir el camino a pie; porque yo vivo de ilusiones o, mejor, me nutro del camino para llegar a la realización de ellas y solo buscando se encuentra una nueva.


Update:

Un sueño roto es un dolor inexplicable, como esas muertes que llegan de golpe y nos dejan con la mueca del pibe ciego que lo sacan al patio a mirar las estrellas. Un sueño roto es andar por la vida con una ausencia más, haber perdido el brillo en la mirada, saber que perdimos el lugar sagrado donde podíamos refugiarnos. Un sueño roto es mirar a los gorriones y ver sólo pájaros. Pero sigamos soñando... (DudaDesnuda)

miércoles, junio 08, 2005

Música (lo que sí)

Cuando yo era chico no había una música para esa etapa que se encuentra entre la infancia menor y la adolescencia (poco después, aparecieron los Parchis), de modo que se pasaba de María Elena Walsh, Promúsica de Rosario, Pipo Pescador y Gaby, Fofó y Miliki, a lo que escuchaban los más grandes.

Así fue; creo que tenía nueve años cuando los cuatro suecos de Abba me hacían cantar "chiquitita" en su versión en español y un año más cuando empecé a escuchar a los multidisfrazados de Village People. Después Kiss con sus pinturas y lenguas largas, hasta que a los doce Queen sacó The Game y le tocó el turno.

Nada era por elección (las elecciones en la música se hacen de mucho más grandes), una visita al país o una gran campaña de difusión ponían al grupo de moda entre los favoritos y, ese rato de niñez en que uno se cree adulto, aceptaba, pensando que era parte de las decisiones que se empezaban a tomar.

Las truchadas estaban a la orden del día y siempre había un TDK virgen en donde copiar el disco que otro tenía. Mi abuelo me había regalado un pasacassettes que solamente adelantaba y con eso podía escuchar mi música, ya que el Pioneer de la familia estaba prohibido (aunque no para los ladrones que, muchos años más tarde, se lo llevaron). Será por eso que tener la compu llena de Mp3 no me llama la atención, recibí la suficiente instrucción pirata de chico.

La década del 80, en pleno auge del rock nacional, me encontró escuchando cómo Alejandro Lerner peleaba con Raúl Porchetto para ver si el número uno se lo llevaba Todo a Pulmón o Reina Madre, Piero volvía y refritaba su vieja música a la que le agregaba "los inundados", en concordancia con el crecimiento de las aguas a la vera del Paraná, y Pedro y Pablo encontraban nuevos motivos para marchar al ritmo de su bronca que nueva gente del futuro quería escuchar. Víctor Heredia le decía a su hija Daniela, lo dulce que era; Serú (probablemente, el más grande grupo que hubo en este país) se despedía pidiéndole a la Argentina que no llore por unas heridas que no paraban de sangrar y haciéndola bailar con Popotitos y Los Abuelos de la nada con un adolescente Calamaro empezaron a hacerse escuchar por más de mil horas.

Algunas radios pasaban un grupo que todavía no había sacado su primer disco y que lideraba un tal Patricio Rey acompañado por un grupo cuyo nombre hacía sospechar que era una joda "los Redonditos de Ricota" y vino Luca para decirle a las chicas que iban a bailar a New York City que eran unas rubias taradas. Por esa época, también, cualquier adolescente gritaba fuerte "andá a la puta que te parió" toda vez que Virus decía que había que salir del agujero interior, en las paredes de mi barrio aparecían paredes pintadas con el nombre de los Ratones Paranoicos y Miguel Mateos juntaba todo, lo que Zas había hecho, en un último disco antes de irse para Yankilandia a exacerbar su homosexualidad.

Ya sin su bicicleta de a dos, César Pueyrredón empezó a pedir ayuda a los amigos viniendo desde un país en el que reinaba un hada y Soda Stereo se codeaba con el Jet Set. Desde Rosario llegó Baglietto para mostrar lo que muchos escribían, entre ellos un chiquilín nacido en el '63 llamado Fito Páez y una niña de ojos profundos (parecida a Shered) que lo acompañaba con su voz antes de empezar a perseguir bandadas azabaches entre los pinares.

Afuera también pasaban cosas, porque Queen se seguía haciendo escuchar a través de la Radio KK y Sting, después de separarse de The Police hacia una película musical empezando la noche y contando que los Rusos también amaban a los chicos. Por esos momentos descubrí (insisto con el tema de la decisión) a los Beach Boys y surfeaba, imaginariamente, como todo el mundo a través de USA. Dire Straits mostraba esa "alquimia" especial que tiene Mark Knopfler con la guitarra y un nuevo grupo comenzaba a hacerse conocido usando tan solo una letra y un número, U2. En español, Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, para cantar con todos, llegaban a la Argentina, la misma que el Nano, nunca dejaba de visitar.

Yo iba a hacer el post diferente, contar otras cosas, llegar más acá, pero sentí que aquella época guarda tanto en tan pocos años que me parece lo suficientemente llena como para que hoy no falten Migajas, ni música, ni sonrisas.

Será como dice Corsi, estoy viejo.


Este post es una mínima y primera respuesta a las invitaciones que, en su momento, me hicieron Joha, Shered y Fle para contestar un cuestionario sobre el tema.

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viernes, junio 03, 2005

Utilitario

Hace unos días que vengo repasando mi vida como si la tuviera que rendir en examen en cualquier momento.

No toda, partes diferentes que se presentan a ser estudiadas en detalle.

En definitiva, es como mirarme desde lejos, sin mayor exigencia que la de someterme a mi propia subjetividad ni más contemplaciones de las de quien sabe que, a esta altura de los acontecimientos, sólo queda mirar lo ocurrido sin que pueda ser modificado.

En un momento, traté de encontrar al verdadero yo, al más puro, al que hubiera sido de no haber estado sometido a un montón de conjuntos alrededor. Y se me puso difícil.

Es que he sido, en muchas cosas, utilitario al entorno. Hubiera dicho sometido, pero de esa forma estaría intentando derivar culpas hacia fuera y, como dije, no intento ser contemplativo.

De chico quería ser Veterinario y eso empecé ni bien terminé el colegio secundario. Hoy pienso que tan sólo quise ser consecuente con mi idea de siempre, pero no tenía ninguna gana de hacerlo. Será por eso que en pocos meses había abandonado.

Al año siguiente arranqué con Análisis de Sistemas, allí estaba mi amigo de siempre, el mismo que había naufragado en Veterinaria poco después que yo, y ese era un buen motivo. Duré un año y medio, hasta que un laburo de vendedor (esos que te toman el cerebro con pajita y te hacen pensar que te vas a llenar de plata cuando no ganás ni para puchos) me hizo abandonar.

Poco después, mientras trabajaba en el área de Comercio Exterior de un banco, supuse que la Licenciatura en Comercio Internacional era una buena carrera para pensar en futuro. Será que a medida que uno crece se hace más duro o porfiado porque cuando abandoné (faltándome tan solo seis materias) ya habían pasado tres años de mi retiro voluntario del banco

En esa época yo trabajaba en una Obra Social y entonces la flamante Licenciatura en Administración de Servicios de Salud era una buena cosa para encarar. Yo no sé si esa la terminé porque no se me ocurrió una alternativa de cambio, porque (lamentablemente) no cambié de trabajo o porque sí (tan sencillamente).

No me cuestiono tantas cosas empezadas y abandonadas, ni los constantes cambios de laburo (faltan mencionar muchos) que me hicieron algo así como un buscavidas. Lo que me jode en este momento es no poder descubrir, detrás de tantas capas de utilitarismo al verdadero yo, a ese que hubiera hecho quién sabe qué cosa si hubiese elegido sólo por gusto.

Mientras sigo repasando mi vida, me parece que las fechas de los exámenes ya han pasado y creo que la voy a tener que recursar.