viernes, julio 28, 2006

Pensares

A veces pienso que ya me fui, que me desdibujé, que me borré con el codo o que la tinta que debía escribirme se quedó en las puntas de mis dedos sin llegar al papel. Que el guión de mi película se ha transformado en un punto y coma y que no hubo ni siquiera una carta que me saludara agitando las manos.

En ocasiones creo estar dando un largo rodeo para llegar hasta mí y sé que es porque no me voy a encontrar cuando golpee a mi puerta, entonces desato un bostezo que se ahoga en una nariz arrugada y levanto los hombros como si no terminara de comprender lo que nunca me llegué a preguntar.

Es como si hubiese llegado al descanso de una escalera desde donde el pasado y el futuro resultan tan empinados que cualquier movimiento parece inconveniente, entonces temo haberme construido sobre flores de panadero que se muestran tanto más cómodas para estar echado que para caminar sobre ellas.

Cuando el tiempo se detiene sin razón aparente, es atractivo escuchar nuestro propio eco; pero el silencio es tan ancho que no consigo hallar una palabra que resulte interesante de decir. Ni siquiera se me ocurre aplaudir.

Pero cuando todo eso me sucede, misteriosamente descubro un espejo que me devuelve como siempre, que me refleja tal y como era esperado, sentado conversando, conmigo y mis pensares.