Sobre una calabaza
No pasa tanto por extrañar las pompas de palacio, el baile, o el maldito zapato que se quedó en la escalera; ni siquiera por haber perdido la carroza y sus comodidades...
Tampoco por el grotesco espectáculo de alentar a los ratones para que sigan tirando, cuando sé que nunca la van a poder mover...
Lo lamentable, lo verdaderamente triste, es el miedo a bajar de ella, de una vez por todas, para seguir el camino a pié.
Tampoco por el grotesco espectáculo de alentar a los ratones para que sigan tirando, cuando sé que nunca la van a poder mover...
Lo lamentable, lo verdaderamente triste, es el miedo a bajar de ella, de una vez por todas, para seguir el camino a pié.
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