martes, mayo 24, 2005

Sobre una calabaza

No pasa tanto por extrañar las pompas de palacio, el baile, o el maldito zapato que se quedó en la escalera; ni siquiera por haber perdido la carroza y sus comodidades...

Tampoco por el grotesco espectáculo de alentar a los ratones para que sigan tirando, cuando sé que nunca la van a poder mover...

Lo lamentable, lo verdaderamente triste, es el miedo a bajar de ella, de una vez por todas, para seguir el camino a pié.