miércoles, febrero 15, 2006

A veces

A veces te miro, y entonces pienso que todo está en su lugar. Me gusta especialmente observarte cuando no te das cuenta de mi presencia ni de la de nadie más, cuando sos vos con vos misma y en esos breves segundos que dura mi espiarte escondido te celebro en silencio.

A veces te pienso, dormido o despierto, ¡qué más da!, me predispongo a imaginarte tal cual sos a diario y así, te disfruto hasta en tu ausencia, entonces estiro los brazos para alcanzarte y acariciarte como cuando estás a mi lado.

A veces paso cerca tuyo y te hago una caricia a las apuradas con mi mano del revés; en esos momentos es como si te quisiera decir que aunque la vida ocupe más horas de rutina que de ocasiones especiales, que estés a mi lado es una necesidad tan imperiosa e inconsciente como respirar.

A veces hacemos proyectos juntos, planeamos la vida o discutimos acerca del próximo escalón a subir y si a vos te parece que no siempre te escucho es que me quedé colgado en el “juntos” más que en el proyecto.

A veces te veo esposa, otras te veo madre de mis hijas y siempre te veo mujer; y me parece que cualquier rol que te toque lo desempeñás con la pisada fuerte de quien sabe que va a ganar. Me gusta refugiarme en esa seguridad.

A veces te veo defenderme, yo sé que no sos de abundar en palabras bonitas cuando estamos solos, pero cuando alzas la voz, por mí, ante terceros, yo me siento imbatible, lleno de vos y orgulloso de ambos.

A veces, muchas veces, se me ocurre que si no estuvieses conmigo, acá y ahora, me hubiera resignado a vivir la vida tan solo a veces y entonces me pongo cursi. Pero solo me pasa a veces.