Cadenas
Una cadena es un conjunto de eslabones enlazados que dan forma a algo muy superior a lo que cada uno individualmente es. Para comprender su concepción como cadena estamos obligados a alejarnos unos pasos o respirar profundo o bien cerrar los ojos por unos minutos con la esperanza de que cuando los abramos veremos un universo mucho mayor al del árbol.
A pesar de que esto parece absolutamente cierto, insistimos en mirar hacia un alrededor pequeño como si estuviéramos cortos de vista, nos tapamos la cara con el primer contratiempo y sacamos conclusiones a partir de un único argumento que resulta del hecho sucedido apenas unos segundos atrás. Somos malos jugadores de ajedrez que esperan la movida de su contrincante para empezar a pensar qué hacer y a veces ni siquiera eso, nos entregamos con la mirada clavada en el piso a que la intuición o la suerte nos salven.
Pero ellas están allí e insisten en querer ser entendidas como tales, necesitan que honremos su complejidad y dejemos de lado el desprecio de la soberbia o la ignorancia (tan de la mano ellas). A veces nos atan enroscándose en nuestro cuerpo como si fueran víboras y ahogándonos en cada abrazo; otras veces se hacen escuchar arrastrándose por el suelo y nos asustan como si disfrutasen ver a los rostros perder el color. Pero en muchas ocasiones, se balancean como lianas regalándonos el escape que siempre estuvimos esperando o dibujándonos una realidad tan diferente a lo que solemos ver que no dudaríamos un instante en trepar por ellas.
Aunque, también es cierto, por momentos no existen y son apenas un conjunto de fantasías ligadas por el tiempo.
En un próximo relato, que se llamará “caldero de brujas”, voy a hablar de una de ellas, sin saber de qué clase de cadena se trata.
Nota: Éste post no guarda relación con el anterior (¿o será una cadena que no sé ver?)
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