sábado, septiembre 03, 2005

Winnie The Pooh

Cuando era pibe me gustaban los chicles Bazooka, después, de más grande, me gustó Cachorra Bazooka, la inseparable amiga de Isidoro Cañones, pero ese es otro tema. Además de que con ellos se podían hacer globos bien grandes o fallar y embadurnarse la cara de tal forma que las cejas corrían riesgo de depilación, estas gomas de mascar tenían la particularidad de traer una historia en tres cuadritos acerca de las andanzas de Joe.

Cuando Corsi desembarcó en el mundo blog, me dio la impresión de que era una especie de Joe, el pibe cancherito, que seguro usaba botines fulbencito; aún hoy cuando aparece por una página nueva se pone ese traje e intenta mostrarse como si caminara de lado con las patas chuecas y apoyando la mano en la cintura. Le sirve de poco, el velo se deshace ante cualquier palabra que le resulte gentil o le proponga un viaje al mundo de los chicos en donde cree ver a sus hijos pero se encuentra a sí mismo.

Cuando esa cortina cae, aparece un muñeco de peluche, un juguete que, como los de Christopher Robin, cobró vida y en lugar de ir a jugar al Bosque de los Cien Acres con los demás, se puso adelante de la computadora y empezó a sonreír o llorar.

No siempre la vida le hace guiños, por momentos le cierra los ojos o lo deja, con cara de signos de pregunta, rascándose la cabeza, pero él la encara igual, como sea, a veces cargándola como una mochila y otras pateándola adelante como una pelota de fútbol.

Hoy va a jugar con sus Barbies y su Max Steel, (Guada, Mili y Juampi) porque es su cumpleaños, pero no hará más que hacer lo de siempre, ser un chico grande.

¡Feliz Cumple Corsi!