lunes, julio 04, 2005

Paisaje de Lunes

Me acomodo despacio en el sillón de mi oficina y me dejo caer un poco, como escondiéndome de una semana que no me dará nada bueno en este ambiente, pero que no será diferente a las anteriores, ni tengo esperanza que lo sea a las que vienen. Apoyo mi espalda mientras me voy hundiendo mucho más de lo que se ve; me levanto en un impulso (no demasiado brusco) y voy hacia la máquina de café, es el segundo del día y no será el último; aún sabiendo que me hacen mal, no podría prescindir del café y del cigarrillo en estos momentos en que se han transformado, aquí dentro, en mi única compañía.

Se oye la radio del muchacho del conmutador, pasando música romántica, haciéndose cómplice con mi momento. Me quedé con ella un rato y he dejado de escribir, prendí otro pucho y me dediqué a mirar lo tanto blanco que tiene esta hoja, con esos ojos que brillan de perdidos, ni siquiera he releído lo escrito, tan solo mirar la nada.

No tengo mayores sensaciones que mi melancolía, que mi estar en un lugar al que dejé de pertenecer hace tiempo y que me hirió con esos engaños de mujer que tanto tienen de imbecilidades propias. No podría decir que estoy mal, simplemente busco refugio en mi interior para esperar que este espeso y pegajoso viento cálido (sin calidez) que me rodea, se cambie a lluvia.

Será que es lunes.