martes, mayo 31, 2005

Desde el viejo consultorio de Diablita

Cuando la Diabla abrió su blog, como se ve que había promoción dos por uno (o era precursora de lo que después otros íbamos a hacer), tuvo una segunda página en la que, cual consejera de programa de media tarde en televisión, aprovechaba su profesión de cosmiatra y daba consejos sobre los cuidados faciales. Mi papel, en ese emporio del gineceo, era el de reírme de las consultas de sus entusiastas pacientes. Poco a poco la página fue abandonada y apenas quedó un lugar de juego en el que me dedicaba a cruzar bromas con una, para mí, desconocida joven catalana.

Finalmente la bitácora "Cambiá esa cara...querés?" salió del aire. Para esa época Fle (mi compañera de juegos), cumpliendo todos los consejos que había recibido estaba preparada para asistir a una fiesta de la que publicó unas fotos con las que yo aproveché para seguir jugando.

El acercarme a ella, a su Communication primero y a su nueva Jodía Verde luego, me permitió conocerla más ampliamente, nunca terminaron los juegos, pero descubrí una mujer con una gran sensibilidad y especialmente con una envidiable actitud hacia la vida que le ha permitido superar algunos sinsabores sin dejar que su sonrisa o alegría como estado casi permanente desaparezca por mucho tiempo.

Es una persona a la cual no parece faltarle carácter, que escribe como si hablara, sus textos suelen ser muy largos y, sin embargo, nada en ellos parece estar sobrando. Es capaz de ser profunda o reírse y hacer reír; se ríe de ella y, a partir de allí se ríe, con el derecho ganado, de cuanto le venga en gana. Tiene, como si todo esto fuera poco, señoras y señores pasajeros, una fenomenal capacidad de demostrar alegría por las cosas buenas que les pasan a otros sin que jamás se perciba envidia en su decir. Uno la puede imaginar susurrando al oído como una femme fatal o corriendo en una plaza con dos colitas en el pelo como una nena. Y además está loca, pero es una locura que se disfruta siempre.

La ventaja de conocerla virtualmente, es que uno puede decirle Feliz Cumpleaños, imaginando que la mira a los ojos, sin que su metro ochenta y tantos provoquen cervicalgia.

Fle, una loca linda.