domingo, abril 03, 2005

Cien

Hay personas que son capaces de encender las emociones ajenas con una palabra, tan sencillamente como si estuvieran prendiendo la luz.

No importa si esas palabras están más o menos elaboradas, si se adornan o salen como la mínima expresión de lo sucedido. Simplemente tienen una magia maravillosa cuando empiezan a hablar.

Vale la pena sentarse a escucharlo contar las mil historias de su vida, y no porque esa vida haya sido muy especial, sino porque se disfruta de oírlo, porque será atrapante hasta en el detalle más circunstancial e intrascendente. Llorar a carcajadas o enternecerse hasta la sonrisa, son lugares comunes cuando él dice.

A la hora de vivir parece un chico, y por ello, derrocha frescura, se encapricha, sueña, juega...; al amar es un eterno adolescente al que no le pesan sus seis décadas de vida o sus treinta y tantos de matrimonio para caminar a diario con su mujer de la mano o abrazados y sin embargo, nunca deja de ser un hombre.

Su forma de ser, lo ha transformado en un personaje ineludible de su pueblo, es una referencia obligada y conocida por todos. Por eso su casa siempre está poblada de gente de todas las edades que no pierden la ocasión de disfrutarlo.

A veces me hace pensar que si hay alguien que le tomó el tiempo a la vida, que encuentra y provoca felicidad, ese es él.

Yo podría haber hablado del caño de Riquelme a Yepes, del tercer gol de Martín, de la oreja de un nene de diez años pegada a la radio para escuchar a Boquita Campeón Intercontinental por primera vez o el primer partido en la cancha, de la paternidad tan saboreada sobre las gallinas o el campeonato después de once años. Del Diego y las lágrimas que me arrancó cuando se volvió a poner la camiseta prometida 14 años después, del Beto Márcico, o de Miguelito o del Bati o de Bianchi y las épocas de gloria...

Pero preferí elegir a aquel, que me dejó la herencia de ser un bostero de alma, sufrido y feliz, como corresponde a esta estirpe gloriosa, hoy centenaria. El Negro Blanco.

“Sí, sí señores, yo soy de Boca...Sí, sí señores, de corazón”