miércoles, mayo 18, 2005

La Frase...

El hombre siempre habla, del daño que le han hecho,
lo cuenta, lo recuerda, con desesperación
él tuvo un mal cariño, que desangró su pecho,
él tuvo un mal amigo, que lo vendió a traición

No podía ser de otra manera, viejo Manuel, llegué tarde a tu vida, como he llegado tarde siempre a todos lados. Y creeme, que me hubiera gustado conocerte, siento que tenemos tantas cosas en común como las que nos hacen diferentes. La pucha!, cuántos amaneceres nos hubieran encontrado baraja en mano en la enésima revancha de cualquier partido. Hubiésemos discutido hasta quedarnos sin saliva que suavice la garganta, pero nadie hubiera dejado de escuchar un coro de carcajadas, de tanto en tanto.

El hombre siempre olvida, el mal que ha realizado,
Las penas que ha causado, el bien que recibió,
él grita la injusticia como desesperado,
pero decirle al mundo su propia culpa ¡NO!.

Espero que la vieja te haya llevado buenas referencias mías, cuando te fue a ver. Estaba cansada de tirar sola tantos años, pero se la veía feliz cuando miraba la familia grande, será por eso que hizo el esfuerzo de enfermarse una vez sola y se fue como era, calladita.

¡Conciencia!
La conciencia es la que dicta,
La que manda, la que grita,
La que dice la verdad.

A veces siento que ese espacio de tiempo que existe entre el día que te fuiste y cuando yo llegué a la familia, se dobla como un pañuelo y deja de existir, entonces, pregunto por el viejo Manuel a todos los que lo sufrieron y disfrutaron y me dan ganas de estirar el brazo para ver si en una de esas alcanzo tu mano (si esto llegara a ocurrir, no la tomes, me moriría del susto).

¡Conciencia!
lo demás, sólo es palabra,
cuando la conciencia habla,
es mentira lo demás.

Y así, recorriendo tu historia que ya es un poco mía, discuto con vos o te doy un abrazo y aunque la realidad me deje hablando solo, yo siempre imagino que estás allí, sentado en una silla con tu pelo blanco de rulos peinados, los brazos apoyados sobre una mesa de cocina y la invitación a que me siente con vos, porque tendrás que empezar a hablar e imagino que tengo un relato nuevo para mostrarte y no sé si te va a gustar, pero lo leeremos un buen rato.

La palabra es un disfraz,
Donde las almas oscuras,
Muestran siempre sus ternuras,
Pero su infamia, jamás.

Y un día, quizás para mi cumpleaños, tal vez en Navidad, me dirás que uno de tus músicos amigos, me cumplirá el sueño de que alguno de mis poemas se haga canción. Y no, esa noche no podré dormir, porque reiré hasta cansarme y lloraré un poco, que bien está, aunque te parezca medio maricón.

Frente a ella me declaro, un pecador eterno
Porque pedí más veces amor de lo que di,
Porque sentí cansancio, de estar junto al enfermo
Que cuando yo lo estuve, no se cansó de mí.

Vuelvo, siempre vuelvo a tu canción de La Conciencia, porque aunque yo no podría haberla escrito tan bien como vos lo has hecho, tengo la sensación de que es un grito con mi voz. También la canto, como puedo.

Porque frente al peligro, pensé salvar mi vida,
La hora de esta vida, que Dios me regaló,
Y frente a los heridos, me contemplé mi herida,
Como si lo importante del mundo, fuera yo.

Pero nada de eso es demasiado importante cuando se mira con los ojos brillosos, vos lo sabés. Porque allá lejos, donde la distancia es un recuerdo y no te puedo rastrear, ni saber, ni sentir. Allá cuando yo ni existía, de modo que no conocerme era una cosa impuesta, vos me hiciste el regalo más importante que podría soñar. Tu hija, la madre de las mías.

Y gracias, que de más está cualquier otra cosa.

1 Comments:

Blogger Faivel said...

Gracias por esperar las Migajas, Limburgo, eso es lo que hace que tenga ganas de volcarlas. Pero sí, yo creo que para él, llorar hubiera sido de maricón...yo no soy de lágrima tan fácil, aunque a veces dentro mío llueve.

Un beso.

Salú.

12:54 a. m.  

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