viernes, marzo 18, 2005

A Mi Hija...(doble post)

Cómo te digo lo que tengo para vos si hace seis años que me dejaste sin palabras...?

Hubo un día en que salí al patio y me senté, solo, en la escalera, mientras me escondía detrás del humo de un pucho. Es un buen escondite, los ojos llorosos encuentran excusas en el ardor gris del cigarrillo. No sé, me puse a pensar en que un día vendrías a decirme que te ibas y no pude, ni quise, ocultar unas lágrimas que sabían dulces y saladas al mismo tiempo.

Es una tontería, ya lo sé, no hacía más de dos años, estaba sentado, mirando como tu corazón se aceleraba al ritmo de un goteo inconveniente, que me decía fuerte y claramente que yo no iba a estar para verte aparecer.

Delante de mío, pocos minutos después, había una puerta tan grande que podía figurarse la entrada al cielo, y, en cierto modo, lo era. Afortunadamente, no estaba cerrada por completo, dejaba una rendija por la cual espiar y ver pasar camillas y enfermeras mientrtas los minutos se hacían los mas extensos que he vivido.

De pronto, apareciste vos, negrita, de cabeza húmeda y ojos tan profundos como una sombra sin final. Eras tan chiquita que podía sostenerte con la palma de mi mano. Debería decirte que me sentí el hombre más feliz del mundo, pero estaba obnubilado, las cosas ocurrían como si transcurrieran más allá del alcance de los sentidos.

Los momentos se sucedieron tan velozmente como los seis años que han pasado hasta aquí, y no podría determinar el comienzo del amor más grande que he conocido porque lo siento preexistente. Y debe ser así, porque yo te imaginé tal como sos, te tuve en mis brazos antes de que nazcas y conversé con vos cuando solo eras un proyecto.

Había algo sin embargo que no tenía previsto, tu cuerpo sobre mi piel, tu calor y el mío mimándose, tu respiración que controlaba a cada momento justificó mi existencia para siempre.

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Sos la persona que siempre soñé tener como compinche, como amiga, como compañera inseparable. Pero el subibaja de la vida me tiene ya con el cuero viejo y las suelas arrastradas.

Yo quisiera más ayudarte a esconder lo que rompiste que retarte por ello o pensar cómo reemplazarlo; me gustaría jugar a la par tuya sin que mi cansancio anochezca cuando el tuyo ni siquiera roza el alba.

Desearía treparme con vos a lugares peligrosos, caminar por cornisas y techos, sin miedo de que algo te pase; tengo ganas de trasnochar todos los días, que el sueño sea una consecuencia irremediable de un cuerpo que dice basta y no una necesidad de descanso para el día siguiente.

También me gustaría encapricharme (a veces lo hago) y gritar con vos hasta que alguien nos haga caso o nos rete o encuentre ese punto intermedio que le cabe pensar en función de su responsabilidad; quiero tener esa capacidad inconmensurable de descubrir nuevas cosas y me gustaría pensar, como vos, que cada por qué, tiene una respuesta.

Un día quisiera que nos hagamos la rata y nos escapemos a un parque de diversiones o a un cine a comer pochoclos hasta que nos duela la panza.

Definitivamente quiero que vayamos juntos a un pelotero, enterrarnos bajo todas las bolas de colores para salir corriendo, un segundo después, a trepar por sogas y tirarnos de toboganes que desembocan en inflables con una salida secreta en donde empezar de nuevo.

Sabés? No quisiera tener que explicar por qué hace falta que durante nueve horas yo esté trabajando, ni que las vacaciones duran poquito, me gustaría decirte que a partir de mañana todo el tiempo es para jugar y jugar y jugar mientras esperamos la hora de los regalos y los chocolates (que no debieran ser condición a terminar la comida, por cierto).

Pero ya ves, me tocó el rol de Papá (aunque de a ratos le escape a la conciencia y haga algunas Migajas de aquello que quisiera), y creeme que el orgullo que eso representa me hace lo suficientemente feliz. Te amo.

Feliz Cumple Luli!!