jueves, mayo 11, 2006

Olvidos y penas

Nunca fui demasiado bueno para las fechas; qué extraño es ese juego que hace la memoria, de mantener grabadas ciertas sensaciones o vivencias que a la luz de una vida parecen triviales, mientras que nos quita sigilosamente de un bolsillo, recuerdos tanto más importantes para nosotros desde cualquier óptica que se los mire.

Por mis olvidos han transcurrido enormes cantidades de cumpleaños perdidos y he dejado para un mañana que nunca llegó, tantas cosas que pude haber hecho en ese hoy que parece eterno pero que suele terminarse un segundo después de pensarlo.

Ayer, se cumplió un nuevo aniversario desde que mi abuela se cansó de agitar la varita y se fue a un país en el que la magia sea una cosa común y no le pertenezca a ella sola. Ciertamente, si es que hubo seres mágicos en ésta tierra, mi abuela Carmen fue uno de ellos, pero no como los de los cuentos que siempre suenan irreales, no, ella fue un hada de pelo gris y rodete, de palabras duras y mirada dulce, de pastas amasadas y estofado tan tierno como la manteca. Mi abuela fue un hada de esas que se podían tocar y daban ganas de hacerlo, que nunca necesitó volar y si le hacía falta bajaba con la puteada justa al que se estaba pasando de vueltas.

Y ese aniversario se me pasó, como tantos otros; por cierto que ya me he acostumbrado a mis olvidos pero me dio pena leer el comentario que dejó mi vieja ayer, seguramente buscando refugio o consuelo en su hijo mayor:

“hoy es 10 de mayo y como hace siete años estoy muy triste y sigo extrañando, estuve en Bragado pero, no se por qué, extravié la llave de la bóveda y las flores las tuve que poner una a una en la puerta; querrá eso decirme algo”

Un día, hace tantísimos años atrás, tuve ganas de escribirle un poema a mi abuela, una vez que lo hice y sin decírselo casi a nadie, lo pasé en limpio y se lo llevé a su pueblo; cuando se lo di, le pedí que no se lo mostrara a nadie y ella, ocultando como siempre su emoción, aceptó y lo guardó en alguno de sus lugares secretos. De vez en cuando, cuando yo iba de visita, lo sacaba y me lo mostraba, quizás como único escape a esa condena de silencios a que la había sometido. Por cada uno de esos momentos de complicidad yo supe que en ese papel le había regalado una gota de felicidad que no podría haberle ofrecido de otra forma.

El secreto, como se entenderá, fue cumplido tan fielmente, que cuando mi vieja encontró el papel revisando esa casa que había quedado vacía, no lo podía creer. Como mi Mamá no es una persona a la que los secretos le queden cómodo, a las pocas horas, lo habían leído mis hermanas, tías, amigas y hasta probablemente el chofer del siguiente taxi que se tomó. Y cada vez que lo mostraba se emocionaba más y más.

Por eso hubiera querido acordarme, porque sé que a ella le hubiese hecho bien. Ella, que todavía anda triste buscando a su madre en una bóveda fría, mientras que la vieja de rodete gris, jamás ha dejado de estar al lado nuestro con la magia de siempre (quizás eso, vieja querida, es lo que esa llave perdida quería decir).

Dos años atrás, con esa humedad de ojos que parece pesar, escribí éste primer post para ella, en donde se puede leer el poema del que hablo más arriba.

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

me levante triste, extrañando mucho y busque consuelo como mamá en esta pagina que me llena el alma cada vez que la leo, que me dan ganas de gritarlo, y que todos se enteren como uno puede a travez de otros que se saben expresar, encontrar lo que le pasa por dentro y una vez que lo lee y lo repite se siente mejor.
Me da a la vez de dolor un inmenso placer sentir que yo tambien fui una de esas afortunadas que pudo compartir momentos con esa señora de pelo gris, unica , pero que por suerte nos enseño muchas cosas antes de partir a no se donde pero confio que cuando yo parte sere la primera persona que encuentre porque la necesidad de volver a tocarte a besarte y a olerte es cada vez mas fuerte. nunca me voy a acostumbrar a no poder hacerlo lo sigo necesitando y hay dias que la necesidad es tan fuerte que siento que algo por dentro va a explotar.Mama, cada uno la busco como pudo , tu forma fue en el cementerio como ella te enseño y vos no dejas nunca de cumplir. y de lo que ella era vose aprendiste y espero yo algun dia llegar a aprenderlo (creo que los años me estan haciendo mas sabia para ver lo que tiene valor),y tambien poder tarnsmitirselo a mis hijos.
Yo estoy tan orgullosa de que ella hayya sido mi abuela como de que vos hayas sido mi mamá y agardezco dentro mio esa suerte que tuve. Aunque me cueste expresarlo.......
Gracias hermano mi unico hermano por enseñarme, por bajarme a tierra y desde ahi poder empezar a volar

9:42 a. m.  
Blogger Faivel said...

A veces la pena no tiene más que hacerse vieja sin remedio, pero yo, aún con un poco de añoranza, prefiero recordarla con la alegría que ella, en voz baja siempre supo contagiar; no era alegría de risas, no era su estilo, era alegría de vivir y de apasionarse por cada segundo que quede por recorrer. A mí la pena se me diluyó porque ese recuerdo tan poderoso ni la hubiera deseado, ni lo merece.

Pero es como vos decís, cada uno lo resuelve ded la mejor forma que puede. Te mando un beso.

11:53 p. m.  
Blogger Faivel said...

Y gracias por todo lo que dijiste.
Te quiero mucho.

11:56 p. m.  
Blogger latoledo said...

toc toc... permisito...Cuánto amor que expresan las palabras de tu post y las de estos comentarios... la doña, la de pelo gris debe estar chocha porque comprende absolutamente que su paso no fue en vano........
Gracias, simplemente eso
Besos

11:51 a. m.  
Blogger Faivel said...

Debe estarlo Artemisa :) y Gracias a vos.

Beso.

Salú.

11:42 p. m.  

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